Una vida que no cabe en un solo lugar.

Mi nombre es Nathaly Baez. Nací en Caracas, Venezuela, y desde muy joven supe que no estaba hecha para vivir toda la vida en el mismo lugar. La curiosidad, la necesidad de explorar y mi impulso de transformación me han acompañado desde siempre. Viajando como forma de autoconocimiento, de aprendizaje y de conexión.

Estudié Publicidad en Caracas, donde inicié mi camino profesional trabajando en agencias de comunicación. Más tarde, me mudé a Buenos Aires para continuar mi formación como licenciada en Publicidad, y durante ocho años hice de la «Ciudad de la Furia» mi hogar. Estuve trabajando en agencias del ámbito creativo y aunque me gustaba lo que hacía, con el tiempo empecé a sentir que algo no encajaba del todo: buscaba un propósito más conectado con mi forma de ver el mundo.

Ese cambio llegó cuando comencé a trabajar en Qendar, una agencia de Marketing Directo y me enamoré del Marketing Filantrópico. Trabajé con ONG y fundaciones como Fundación Sales, UNICEF, OXFAM y Médicos Sin Fronteras. Fue un giro que me permitió unir mi perfil profesional con mis valores personales. Desde entonces, comprendí que no me interesa trabajar para grandes corporaciones, sino construir desde lo humano, lo consciente y lo que tiene sentido para mí.

En paralelo, mi vida personal también se transformaba y después de cinco años de trabajo en esa agencia, sentí nuevamente el llamado del camino: la necesidad de soltar estructuras, certezas y abrirme a una experiencia de viaje sin fecha de retorno. Metí todo lo esencial en una mochila de 50 litros y me fui a recorrer Europa, viví en Eslovenia, donde tuve mi primera experiencia viviendo en una furgoneta que me enseñó otra forma de habitar el tiempo y el espacio. Más adelante, me establecí en España, donde realicé voluntariados en espacios rurales, explorando prácticas sostenibles, vida comunitaria y conexión con la tierra.

En Barcelona trabajé en un centro sociocultural coordinando proyectos y trámites comunitarios, lo que luego me permitió acompañar procesos similares en el ámbito turístico rural. Años después, llegué a Espacio Finca Alegría, donde acompañé la gestión de un lugar de bienestar y turismo consciente, colaborando en la experiencia del cliente, la comunicación y la atención de su área de autocaravanas.

Allí entendí algo clave: que el marketing más potente es el que nace de las emociones reales, de las experiencias cuidadas, de la conexión humana. No fue solo una lección profesional, fue también una confirmación personal. El marketing relacional, para mí, no es una técnica. Es parte de mi forma de estar en el mundo.

Hoy, he vuelto a la vida en movimiento y he creado Luna Caribe, un proyecto que reúne todo este recorrido: mi formación, mi sensibilidad y mi forma de ver la vida. Aquí, acompaño a espacios nómadas y rurales, y a personas que buscan emprender con alma. Desde la estrategia, pero también desde la escucha. Desde la experiencia, pero también desde la intuición.

Gracias por estar acá.
Gracias por leerme.
Gracias por acompañar este camino.